Diez Cartas a Mercedes... Carta Tres: "De sueños y premoniciones"



De tí escuche por primera vez, aquello de que las personas reencarnamos y vamos a otro lugar, lo mismo aquello de que la gente presiente cuando va a morir, o que su energía a veces es tan fuerte que aún ya muertos no se pueden desprender fácil y por eso se les puede ver de repente.

Cuando te fuiste, anhelé días y noches enteros poder soñar contigo y darte un abrazo; recientemente que logré en mi sueño por fín abrazarte, ya sabes, no falta alguien que te despierta y coarta tu libertad onírica,  pero, sentí una satisfacción tan grande, como aquel que en sus sueños corre y corre por que lo persiguen, o aquel que va en un maratón y siempre antes de poder llegar a la meta se despierta.

La noche me venía cayendo como una bendición para poder lograr tocarte de nuevo. Pero luego de logarlo, me vino la etapa de pesadillas y luego la de amnesia de mis sueños, y fuera quizá de preocuparme, decidí volver a ser ave nocturnal que dejaba de revolotear por que e cuerpo no podía más. En uno de tantos sueños más por cansancio que por convicción, te ví en un tren de aquellos ya viejos, esperando a tu mamá y a Roger, y es que, más bien, escenifiqué aquel sueño que me contaste antes de morir, donde ellos te esperaban para que abordaran el tren juntos, pero fuera de los sueños con desenlaces verídicos, amé tus sueños y premoniciones místicas, mágicas y a veces con un poco de miedo recuerdo todo lo que me contaste.

Mercedes vivía en una vecindad de la colonia Peralvillo, al entrar a su casa tenía una gran pileta de cemento junto al lavadero, Y una tarde sentada haciendo su tarea, de repente acompañó a su mente a un desconecte de la realidad, en su videncia conoció el aeropuerto de Paris, y lo grabó en su mente, junto a la frase de que un día iría y lo vería directamente recorriéndole por completo. Tuvieron que pasar muchos años, hasta que Mercedes en su segundo matrimonio conocería no sólo el aeropuerto de Paris, si no el de muchos otros de Europa, y la fantasía se le cumplió.

Su esposo, un "viejito rico, para cumplir caprichos", se llamaba Juan, y era un importante funcionario de una marca de Cerveza a nivel internacional, no nadaba en espuma de cerveza, pero nadaba en algunos miles y quizá millones de pesos. Él prometió a Mercedes llevarla al último rincón del mundo y casi lo cumplio.

Pasaron juntos trece años, largos trece años, en los que Mercedes soñaba solamente con el verdadero amor de su vida, quien había partido un día empacando los sueños, las premoniciones, la "fantochería de la religión católica" según sus palabras y con ello se llevó también la ilusión de nuestra amada Mercedes.

Tenías premoniciones y sabías que algo iba a pasar, tu sentimiento de ansiedad, te hacía escribirle a Roger lo más pronto que podías luego de que llegaba alguna de sus cartas a casa de tu mamá.También tu alma te reveló cuando Roger estuvo en peligro, en guerra, y sabías que se estaba volviendo loco, luego de vivir por segunda vez la guerra, viajaste con tu mente hasta el refugio donde él estaba para verlo y cerciorarte de que estuviera bien.

¡Ay Mercedes!, el amor es tan fuerte, tan sincero, tan sentido y absurdo, que nos hace conseguir las cosas luego de soñarlas y presentirlas antes de que sucedan. Yo por amor, como me enseñaste, he estado dispuesta a dejarme llevar de viaje astral, a ver si te encuentro, a ver si te comprendo, a ver si me pasa eso de soñar tan fuerte que se puede cumplir y suceda.

Sueña, sueña Merceditas, que me vienes a abrazar, que nos ponemos a jugar a las cosquillas con tu mamá, Sueña, preciosa, y presiente que me vas a encontrar, en una fantasía subidas a un caballo blanco y alto que galopa sin parar, que tu mente y la mía se conecten  y consuelen estos dolores terrenales que la vida tiene, y de los que me enseñaste a cantar para no llorar... y que apesar de todo, la vida es bella...







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