Diez Cartas a Mercedes.... Carta Uno: Tengo el corazón como una caja de música



Dominó Dominó
la primavera canta en mi, Dominique,
el sol está hermoso,
tengo el corazón como una caja de música.
Te necesito,
tus manos sobre mi,

tu cuerpo dulce y caliente,

tengo ganas de ser amado Domino.


Es dolerme contigo Mercedes, es vivir en cada recuerdo la pérdida del amor para siempre, del amor incondicional, de la búsqueda infructuosa de tu Roger.

Esta es mi primer carta para tí, aunque te he dedicado tantos versos en mi cabeza, te he escrito líneas a la deriva con el sabor de tu partida que aun me parte el alma en dos. Pero ya he decidido hoy después de varios meses desahogar mi dolor contigo, mientras tu desahogas los dolores de tu vida conmigo, a través de mí, recorriendo mi espacio que aún quizá no se imagina como un amor tan grande pudo haber existido.

Roger era tan apuesto, era alto y de ojos claros, de una mirada profunda la nariz grande y sus facciones de rebeldía, quisieron gritar noche y día por su libertad misma. Exiliado de guerra y sobreviviente dos veces a los campos de concentración. Francés de nacimiento, estudió Ingeniería Mecánica y luego idiomas en Cambridge antes de ir a la Segunda Guerra Mundial. Judío por convicción y herencia luego de varios años se volvería ciudadano israelí con la esperanza de que algún día esta humanidad dejara vivir en paz a los judíos aunque fuera en algún lugar lejano.

Mercedes un día lo encontró, como cuando la lluvia cae y no sabes por qué esa gota te ha tocado a tí; Alzó la mirada y un ángel fue el único testigo de las mariposas que volaron dentro de su cuerpo. Ella quien apenas rozaba el 1.50 m de estatura se sintió la mujer más grande conociendo al amor de su vida, en una plática que ellos se llevaron a la tumba comenzaron a comer juntos todas las tardes, cerca de la Avenida Reforma, cuando la ciudad de México parecía ser tan próspera y las mujeres usaban hermosos vestidos hampones y zapatillas de tacón alto para ir al trabajo.

En 1950, cuando Mercedes apenas tenía 16 años se escuchaba un vals francés que quedaría tatuado hasta el último día de su vida, Dominó. El que sería luego considerado el "idioma del romance" le arrancó tantas lágrimas después...

Te imagino Mercedes, bailando con aquel vestido elegante negro de lentejuelas y tus guantes largos mostrando aquella sonrisa tan retadora, que guardan las "femmes fatales" de los 50's. Mientras tu amor te toma de la mano, haciendo una reverencia para que le concedas el honor de bailar esta pieza, y cuando tu accedes su galanura te hace perder en la inmensidad de la noche bruna, en el espejo de esa luna que refleja la incierta esperanza de juntos vivir toda la vida.



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