Tempanos

Y es que resbalé por tus manos y caí en tu cuello...

Mi boca temerosa apenas pudo susurrar cosas quizá sin sentido, y de repente desmayó en tu cuello y me quedé prendida de ese aroma mezcla de ternura, vanidad y madurez que no esperaba, apenas empezaba un idilio, flor de un día que, primero pasó desapercibido por este mar de ideas llamado mi mente.

Comencé a explorar y la escalera de tu espalda y me mostraba el camino directo a las nubes, pero por primera vez hice una excepción y por las estrellas decidí no pasear, erré permaneciendo en mi pose de hielo, inerte, quizá encendida pero sin perder el control.

Creo que el alma para sentir te exige algunas veces perder el control, y esta vez me quede con el pendiente de llevarte hasta donde nadie habla y sólo existe el lenguaje del aliento, del pensamiento y de las caricias. ¿Será que me he vuelto de roca? ¿Será que me cegó el dolor de antaño y no quise doblegarme ante tu ternura?

Pero aún cuando el momento mantuve controlada, hay un dejo de picardía de insensatez y de alucinantes pasajes que me invitan a besarte otra vez, porque, no creas que no sentí, claro que sí, fue el momento perfecto, lástima que yo me hallaba en la frecuencia incorrecta, y quizá la osadía me obligó a permanecer fría y sin querer mirarte a los ojos otra vez.

¿Y sabes porqué? por que me tatué tus ojos y su contorno que recorrí sonriendo, hacía tanto que no veía una mirada si no pura, si tan tierna, no inexperta pero quizá en ese momento tan sincera, con mis dedos marque figuras al rededor de tu mirada y busqué en esa luz la salvación, aunque sin intentarlo me convencí que no existía la esperanza. ¡Que bofetadas tan grandes merecía! y la más fuerte me la dio nuevamente la vida, que me puso a un ser increible enfrente y a mi me permitió permanecer tan fría....

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